viernes, 26 de agosto de 2011

Nostalgia

nostalgia.
(Del gr. νόστος, regreso, y -algia).
1. f. Pena de verse ausente de la patria o de los deudos o amigos.
2. f. Tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida.









Existe el mito, propiciado por la cultura americana de la autoayuda, de que sólo hay que mirar hacia el futuro para llevar adelante el plan de tu vida tal y como lo has visualizado, tal y como has decidido que quieres que sea. Has de romper con el pasado, levar anclas y no volver jamás la vista atrás, so pena de terminar convertido en la estatua de sal de los fantasmas de tus vidas pasadas.
Esta teoría, que parece diseñada para víctimas de abusos infantiles en peligro de convertirse en abusadores, tiene sentido en un libro de autoayuda... al fin y al cabo el que decide llevárselo de la estantería, como ha hecho ya, probablemente, con otros cinco libros parecidos antes, lo hace huyendo de una imagen de sí mismo que no le gusta, a la caza de una piel en la que sentirse otro y que, aparentemente, los cinco libros anteriores no han sido capaces de proporcionarle. Semejante idealización del olvido ha demonizado la nostalgia, la mirada complaciente al propio pasado, como paralizante e improductiva.
Sin duda la mirada sobre nuestro propio pasado es engañosa y nuestra memoria, siempre embustera, ha convertido ya las experiencias vividas en refritos más o menos tolerables según la predisposición al masoquismo de cada uno... Pero eso hacemos, también, con cada una de las experiencias del presente, con cada percepción del mundo exterior, filtradas y adulteradas por nuestro tamiz personal. La memoria es tan real, pues, como cualquier otra cosa en nuestra vida.
Me encuentro ahora en un momento de mi vida en el que, tras lo que parece una eternidad de rutinas e inercias, de decisiones en las que no termino de reconocerme y de renuncias aparentemente indoloras, me siento de repente impulsado por la fuerza de la nostalgia, del recuerdo indulgente de mi pasado, hacia la asunción de una identidad que fué la mía en un tiempo, en la que me siento reflejado, la versión que más me gusta de mí mismo. Recuperar esa imagen, que en el fondo no es más real que las demás, que probablemente ha existido durante menos tiempo que su antítesis amorfa, me ha servido para darme cuenta que hace un tiempo que ya ni siquiera me caía bien, que me río poco y sonrío aún menos; para, en suma, ser consciente de quién no quiero ser.

César Clemente












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